Es a la vez, frustante y fascinante, el observar como, a pesar de los años que llevamos encima de esta bola de tierra, muchas cosas son y han sido iguales siempre.

Hoy nos centraremos en una leyenda mitológica griega que, seguramente, muchas encontraremos infinidad de similitudes en nuestro quehacer diario, y más concretamente en el tema relacionado con la Danza.

TheWaterNymphDraper

Las Epimélides eran las ninfas (espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar o zona en particular) de las praderas y de los pastos de las montañas, siendo las protectoras de los rebaños de ovejas y cabras. Cuidaban y daban refugio a las ovejas desamparadas y curaban a las que estaban enfermas. Se dice que con su suave y fina lana, tejían ellas mismas sus vestimentas.

En términos genealógicos, no parecen ser una clase definida de ninfas, aunque parece ser que su número podría haber incluido a Oceánides y Oréades, así como las hijas de Helios, Hermes, Seilenos y Pan. Incluso Nereidas como Galatea y Psámate parecen haber sido alguna vez de este grupo.

 

La leyenda de los Mesapios cuenta que:

Cierto día, unos pastores del país vieron a esas ninfas que danzaban en las cercanías de su santuario. Los hombres, ignoraban que se encontraban ante deidades (en realidad son seres de gran longevidad que pueden alcanzar los miles de años de vida. Se dice que son mortales, aún consideradas divinas) y al verlas bailar se burlaron de ellas.
Como casi siempre, hábiles los hombres ellos, pasaron de la burla a la mofa y cometieron la estupidez de jactarse de que ellos mismos lo podían hacer mucho mejor. Las ninfas, mortificadas, aceptaron el reto, dando lugar a lo que podría ser uno de los primeros concursos de danza de los que se tienen noticia 😉
No haría falta apuntar que los pastores, que bailaron sin arte alguno, fueron vencidos por las ninfas sin apenas esfuerzo, no?
Bueno, pues las ninfas, después del concurso, decidieron «escarmentar» a sus oponentes masculinos por su desfachatez, y en castigo las diosas los transformaron en árboles en el mismo lugar donde las habían sorprendido.
… Y es por ello que se cuenta en la zona, que hay noches en que se «oien» lamentaciones que vienen de los árboles de la zona.
Avisados quedais, chicos. Antes de criticar a vuestra chica o a cualquier mujer bailando… aseguraos que no tiene ningún poder sospechoso 😉

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Marina Salvador